Provincia de Barcelona
Col·legiata Basílica de
Santa Maria de la Seu
(Manresa, Bages)
41º 43,307'N ; 1º 49,695'E
A
pesar de las constantes pérdidas de documentos históricos del templo en época
moderna, podemos documentar por primera vez la iglesia de Manresa en el año
890. Entre los años 914 y 947, el obispo Jordi de Vic consagró la iglesia de
Santa María en presencia del conde Sunyer.
Antes de terminar el siglo, en el año 999, sufrió el ataque de las tropas de
Almanzor, que devastaron el Bages.
El
templo fue destruido, así como sus libros y documentos.
No
es hasta el año 1020 que el conde Berenguer Ramón I y su madre Ermessenda
restituyen la antigua iglesia y su patrimonio.
A
partir de este momento también se tiene constancia de la existencia de una
canónica, si bien se desconoce cuando fue creada.
Ramon Amat y su hijo Ponç Ramón, que era clérigo de Manresa, donaron la iglesia
de Santa María al prior del Estany para que introdujera la regla agustiniana en
1093. De esta manera se acababa con una situación de simonía, en que la
propiedad de la canónica estaba en manos de un particular.
Más que una donación fue imposición del obispo Berenguer y de las autoridades
de la ciudad.
Por este motivo Ponç Ramón encabezó la oposición a la introducción de esta
reforma.
Dos años más tarde encontramos un documento que nos habla de la vinculación de
la canónica con
Sant Pere de Vic.
Parece que fue un intento por acelerar la reforma y eliminar la oposición y
por eso Ponç Ramon fue nombrando abad.
Pero con este nombramiento no se puso fin al conflicto y no fue hasta
principios del siglo XIII que se instaura definitivamente la regla de San
Agustín.
Durante los siglos XIV y XV vuelven a aparecer los problemas en el seno de la
comunidad.
Se
intentó unir las canónicas del Estany y de Manresa, a raíz del saqueo que sufrió
la canónica del Estany por parte de las tropas del castillo de Oló.
Pero esta unión no prosperó.
En
1420 murió el Paborde de Manresa y se produjo una división interna a la hora
de elegir su sucesor.
El
conflicto necesitó la intervención del obispo de Vic.
A
partir de entonces la vida canónica fue a la baja, hasta que fue abolida en
1592. A partir de entonces Santa María de Manresa pasó a ser una canónica
dependiente del obispado de Vic.
De
los dos templo prerrománicos, que precedieron a la construcción del templo
románico del siglo XII, no se conserva nada, tan sólo un capitel conservado en
el Museo de la Seu y que probablemente formaba parte del arco triunfal, pues
tiene una cara sin esculpir.
En
las otras tres encontramos un trabajo bastante sencillo a base de hojas
vegetales.
No
está claro si en el siglo XI se construyó un nuevo templo, o bien simplemente
se restauró el anterior templo prerrománico y que había sufrido los efectos
del ataque de Almanzor.
Algunos documentos parece que indicarían que se destruyó hasta los cimientos,
pero el hecho de no encontrar restos de un edificio del siglo XI, por pequeños
que sean, ha propiciado numerosas teorías al respecto.
De
hecho, durante muchos años se ha considerado que la galería claustral románica
que se conserva fue hecha en el siglo XI y por tanto formarían parte de esta
primera canónica románica, mientras que últimamente han surgido voces que
defienden que, a pesar del primitivismo de sus capiteles, datan de principios
del siglo XIII y por tanto no hay ningún vestigio de un templo románico del
siglo XI.
Nos cuesta imaginar que una comunidad que acaba de estabilizarse y adoptar
definitivamente la regla de San Agustín y que como primer objetivo se marca la
construcción de un gran templo, sea la encargada de hacer un claustro muy
sobrio y escultóricamente muy pobre para la época.
Recordemos que la escultura románica adquiere su esplendor durante la segunda
mitad del siglo XII, por lo tanto es bastante poco probable que un trabajo de
estas características se hiciera en el siglo XIII y en un edificio como la
sede Manresana.
Por lo tanto, nos inclinamos a pensar que estos elementos formaban parte de
los edificios que ayudaron a construir Berenguer Ramon I y Ermessenda a
principios del siglo XI.
Estas dependencias están formadas por unas grandes galerías separadas por
arcos formeros de medio punto de buena factura.
Se
sitúan a noroeste de la iglesia románica.
Fueron construidas para igualar el terreno con el relieve de la montaña, que
vemos en una de las galerías.
Encima vemos una de las pequeñas joyas de la sede manresana.
Se
trata de una galería románica, que algunas fuentes afirman que formaron parte
de un pequeño claustro, mientras que otros las ubican en un porche, similar al
de la porta ferrada de
Sant Feliu de Guíxols, y que posteriormente fueron trasladadas a este
lugar.
Por su estructura y dimensiones, nos cuesta creer que realmente formaran parte
de un porche.
Desgraciadamente, no se han conservado más alas de un posible claustro y por
lo tanto tampoco se puede afirmar con rotundidad esta hipótesis.
De
la galería se han conservado cuatro arcos de medio punto dovelados y apoyados
en cuatro parejas de columnas.
La
pareja más septentrional fue construida con motivo de la reconstrucción del
conjunto.
Los capiteles de estas columnas están decorados de forma muy sencilla,
básicamente con motivos vegetales a excepción de un capitel donde también
vemos cabezas humanas en los ángulos.
Este espacio es utilizado en la actualidad como museo lapidario donde podemos
encontrar capiteles, claves de bóveda y otros elementos escultóricos de todos
los tiempos.
Del templo románico del siglo XII no se conserva mucha cosa, pues fue
derribado para construir la gran iglesia gótica.
Era un templo de una sola nave rectangular, rematada al este por un transepto,
donde se abrían tres ábsides semicirculares.
Por suerte, se aprovechó buena parte del muro norte para construir el templo gótico. El resto se derribaron. En este muro todavía se conservan dos ventanas de medio punto y doble derrame.
También se puede ver un antiguo contrafuerte románico, en el que hay sillares
con marcas de cantero.
El otro elemento que aún podemos ver es el arco que comunicaba el brazo norte del transepto con la nave.
El
antiguo cimborrio románico se integró en el campanario de torre, levantado en
el lado norte del templo, y donde todavía se puede ver el rastro de una
ventana románica.
Pero el elemento románico del siglo XII más importante es una portada.
Se
desconoce cuál era su emplazamiento original.
Actualmente permite el acceso al claustro del siglo XVIII.
Esta portada está formada por dos arcos de medio punto.
El
interior está decorado por una arquivolta helicoidal, que rodea un tímpano
esculpido.
Este se apoya en una imposta con motivos vegetales y cabezas de animales.
El
tímpano que podemos ver no es el original.
Los Amigos de la Seu hicieron esculpir una copia para evitar el deterioro
progresivo del original.
Este se conserva en el claustro barroco.
Está presidido por la imagen de María con el Niño en su regazo.
Jesús tiene la mano derecha levantada en acción de bendecir y en la izquierda
tiene un pergamino.
Rodean a la Virgen y al Niño cuatro ángeles con incensarios.
La
arquivolta se apoya en dos columnas con capiteles historiados.
En
el capitel de la izquierda vemos a Adán y Eva alrededor del Árbol de la
Sabiduría, donde está la serpiente enroscada.
En
la otra cara vemos la mano de Dios expulsándolos del Paraíso.
En
el capitel de la derecha se representan dos hombres luchando.
El
poder económico de la ciudad durante el siglo XIII tiene continuidad en el XIV,
cuando se construyen numerosas iglesias, conventos, la acequia que lleva agua
del Llobregat, tres puentes y dos hospitales.
Es
lógico pensar que la Sede también tenía que estar a la altura de las
circunstancias y por lo tanto había que construir un nuevo templo más adecuado
a este momento de esplendor.
El
10 de Junio de 1322 se decide iniciar las obras de un nuevo templo con las
aportaciones de 417 personajes de la ciudad.
No
todos aportan la misma cantidad ni en los mismos plazos, si no que lo hacen de
acuerdo con sus posibilidades económicas y sociales.
Así pues, unos días más tarde, el 30 de Junio, se decide contratar a Berenguer
de Montagut, constructor de Santa María del Mar junto con Ramon Despuig, como
maestro mayor.
A
él se debe el diseño del templo y la construcción de la primera etapa.
No
fue la única obra hecha en Manresa por este arquitecto, pues también fue el
artífice del Puente Nuevo y del convento del Carmen.
El
segundo domingo de octubre de 1328 se bendijo la primera piedra y se empezó a
construir la nueva iglesia por la cabecera.
El
templo tiene planta de salón, terminada al este por un ábside poligonal.
Es
un claro ejemplo de gótico catalán aunque los estudiosos no se ponen de
acuerdo a la hora de describir su distribución interior.
El
principal problema es que no está claro si se trata de un templo de tres naves
y capillas laterales entre los contrafuertes, o si por el contrario hay que
considerarlo un templo de nave única con capillas laterales y un espacio que
las comunica entre ellas y la nave.
La
discusión radica en que las naves laterales y las capillas laterales tienen la
misma altura y comparten cubierta.
Este es un hecho nada habitual en el gótico catalán, así como que las naves
laterales son mucho más estrechas que la nave principal, sin guardar la
proporción de 2:1.
Pero los defensores de la teoría de las tres naves afirman que este espacio de
comunicación entre capillas está diseñado como una nave, con arcos torales.
Probablemente la profundidad de las capillas laterales vino obligada por la
presencia de arbotantes dobles, que ayudan a descargar la fuerza de la nave
principal, mucho más alta que las laterales.
Sea como sea, las dimensiones del templo lo hacen realmente especial.
La
nave central tiene una anchura de 18,5 metros, convirtiéndose con la más ancha
del gótico catalán, después de la de la
Catedral de Girona.
Su
altura alcanza los 35 metros y tiene una longitud, incluyendo la cabecera, de
casi 70 metros.
Gracias a su estructura, permite disponer de grandes ventanales, decorados con
tracerías góticas, que iluminan el templo.
Desgraciadamente sus vitrales son modernos, pues los originales se destruyeron
en un incendio en 1714.
En
los siglos XVI y XVII se construyen varios elementos en estilo renacentista.
El
más importante es la cripta, que encontramos bajo el presbiterio y donde se
veneran los santos patrones de la ciudad.
También se construyó el campanario y la capilla del Santísimo.
A
principios del siglo XX se construye el pórtico de la fachada principal y el
baptisterio, situado en el ángulo suroeste, en estilo neo-gótico.
Estas obras fueron proyectadas por el arquitecto Alexandre Soler i March,
según unas directrices hechas por Antoni Gaudí.
En
los últimos años se ha producido una importante restauración del templo, para
intentar minimizar o corregir los numerosos problemas estructurales que tiene
el templo.
El
más importante es la poca durabilidad que tiene la piedra arenisca de Manresa,
que se deteriora con mucha facilidad.
Por este motivo ha sido necesario sustituir buena parte de sus sillares.
En
el interior del templo se conservan algunos retablos góticos de mucha
importancia.
El
más grande es el del Espíritu Santo, obra de Pere Serra.
La
imagen central representa la escena de Pentecostés.
El
resto de escenas también hacen referencia a momentos de las Escrituras donde
aparece el Espíritu Santo, como la Anunciación, el bautizo o la resurrección
de Cristo.
También está representada la Creación del mundo y de Adam, el nacimiento y la
muerte de Jesús.
En
la predela está representado el Santo Entierro de Cristo, obra de Lluís
Borrassà, que formaba parte de otro retablo ahora desaparecido.
Otro de los retablos está dedicado a la Trinidad, obra de Antoni Marqués.
En
la tabla central vemos a la Santísima Trinidad, en presencia del canónigo
Bernat Masseadella.
Encima encontramos a la Virgen de la Esperanza, el arcángel San Gabriel y
Santa Inés.
En
el resto de espacios vemos la creación de Eva, el encuentro de Abraham con los
tres ángeles, a Moisés ante la zarza en llamas y el bautismo de Jesús.
En
la predela vemos a San Andrés, San Fruitós, San Agustín y San Mauricio.
El
espacio central tiene una réplica del Cristo de la Piedad, que se conserva en
el Museo Episcopal de Vic.
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